LA DISTANCIA NO FUE EL OLVIDO…
Corría el mes de Abril de 1928 en ATAPUERCA. Uno quiere imaginar las caras de los Concejales y el Alcalde cuando el cartero les hizo entrega de un telegrama; este que reproducimos aquí abajo. Ya casi nadie se acordaba entonces de aquel muchacho, hijo de Bruno y Tiburcia, que había vivido en Atapuerca, en el barrio de la Revilla, y que un buen día partió, con apenas 18 años para buscar, y parece que la encontró, una vida mejor, una esperanza de prosperar. Pero de eso hacía ya mas de 40 años¡¡¡
A pesar del tiempo y de no haber regresado a su tierra, a su pueblo de Atapuerca, parece ser que este muchacho, que murió ese 1928, a la edad de 61 años en Puebla, Méjico, no se había olvidado de sus paisanos, de sus parientes, de los que quizás fueran sus amigos.
Y por ello, al morir, este hombre que si encontró la fortuna haciendo las Américas, quiso donar parte de la fortuna que fue haciendo con trabajo y esfuerzo, en una tierra desconocida, a Atapuerca, pero no para que lo gastara en cualquier cosa sino en algo que dejó muy atado, D,Pablo. Y es muy hermosa esa frase del testamento que reproduzco debajo: «… y la dedique al fomento de la institución de los niños de ambos sexos del mismo pueblo de Atapuerca».
Es por ello que con el legado se construyeron las escuelas de Atapuerca, edificio de la década de los 30 del siglo pasado y que hoy alberga el Ayuntamiento, el salón de actos, el Punto de Información Comarcal, amén de otros diferentes usos.
La cantidad que legó no era nada desdeñable, aunque el testamento no la cite, si lo harían después los albaceas; 166.821 pesetas de la época. Mucho dinero para un pueblo como Atapuerca en los primeros años de ese siglo. Además de las escuela, que contaban con letrinas, se construyó el pilón con agua que se rajo desde un manantial que aun está en uso, a unos 50o metros de la población y que se denomina «Fuenterrón». Y como me contaban los mayores del lugar, con el remanente que aún sobró, se mandó construir la verja, de elegante factura, que rodea el patio de las propias escuelas.
Aun así, el camino de poder cobrar el dinero fue largo y tortuoso y a veces lleno de desconfianzas, como resalta el albacea, de una forma lastimera en el anterior escrito que reproduzco.
También hubo suerte, y aunque ese dinero en litigio sobre los impuestos nunca llegó, si lo hizo el capital principal, y a punto estuvo de no ocurrir. El dinero llegó ese año de 1928 procedente del National City Bank de New York, y a nadie se le escapa que si hubiera ocurrido unos meses después, el crack del 29 es posible que hubiera dejado sin el sueño a Atapuerca.
Aun así, no se perdía la esperanza de poder recuperar algo mas de ese dinero y como decía el Alcalde, en carta escrita a mano, ya en al año de 1932…» …y que si sus gestiones alcanzarían éxito podría remitir algunos miles mas de pesetas …»
Hoy la tumba de D. Pablo García Virumbrales aun se encuentra en u cementerio privado de Puebla, donde tiene comprado el enterramiento «a perpetuidad», pero su espíritu generoso, y el cariño a los suyos está aquí, en este pueblo de Castilla.
Lo cierto es que Atapuerca, junto a sus dos Patrimonios de la Humanidad, que luce con orgullo, también lo hace de ese otro Patrimonio procedente de la Humanidad de un gran hombre que siempre llevó a Atapuerca, su pueblo natal, en el corazón.